El doliente olvido del señor Huget

Utilizar el término republicano como sinónimo de democrático en España y, desde el punto de vista político, no es en modo alguno algo que debiera extrañar a nadie en un país donde en el pasado sólo la República entendió y dio forma política constitucional a unos derechos cívicos que hoy son los nuestros. La actuación política de los diversos gobiernos republicanos de derecha o izquierda es harina de otro costal pero achacar al sistema republicano los males del período es, además de errar el tiro, una injusticia ante las gentes que conocieron tantos y tantos sufrimiento de manos del fascismo.

Si, un bonito piropo hacia el monarca hablar de rey republicano como hizo el Presidente Zapatero ya que finalmente de eso se trata y esto es precisamente lo que algunos portavoces del PP ni entienden ni, por supuesto, quieren entender.

No voy a ocultar mis simpatías hacia el Presidente Zapatero que no son hacia un líder o un partido sino hacia alguien que, por fin, se ha situado en el centro del corazón político de este país. Nunca llegaremos a agradecerle suficientemente el habernos sustraído de la irresponsable aventura en la que Aznar y el PP nos metieron al involucrarnos en lo que hoy ya todo el mundo considera un grave error de consecuencias incalculables : la invasión de Irak. También posee mis simpatías y mayor afinidad política la opción que representa Gaspar Llamazares, pero ZP también y, esto, para mi, es motivo de satisfacción y de optimismo.

Sí, hemos pasado del “cabalgan, luego ladramos” al justo y cervantino punto del “ladran, luego cabalgamos”. Todos sabemos que el conservadurismo se resiente ante cualquier innovación y, en nuestras latitudes, se resiste de forma encarnizada cuando afecta al bolsillo de los poderosos o a las costumbres establecidas por el moralismo reaccionario.

Por otra parte no dejan de ser curiosas las cosas que preocupan al Sr. portavoz Huguet mientras su partido se funde entre corrupción y escándalo por día y genera una portentosa capacidad de destrucción compulsiva de territorio, medio ambiente y paisaje.

En el fondo nuestro personaje siente angustia ante la eventual posibilidad de que el blasón tricolor ondee entre las astas que portan los estandartes oficiales tal como propone Izquierda Unida al plantear una iniciativa para que la bandera republicana ondee en todos los edificios públicos del país durante abril, junto a la bandera constitucional, con motivo del 75 aniversario de la República (1931-2006). El portavoz popular es incapaz de entender que la tricolor fue y es un símbolo de la España democrática tras el cual dieron su vida cientos de miles de seres humanos por una causa noble.

Pues sí, seria un justo signo de normalización y de reconciliación el que se mostrara respeto y consideración pública hacia el que fue el símbolo de la libertad en España durante la República, durante la guerra civil en un bando y, posteriormente para casi todos los que luchamos contra el franquismo y por las libertades democráticas. Pero para ello sólo se necesitaría poseer un talante que indicaría una madurez política y social que no precisaría de ningún doliente olvido y, me temo, que el Sr. Huguet y lo que el representa no discurre por ese sendero.

Març, 2006